¿De quién es la plata si retienen mi sueldo
dentro de una tarjeta plástica justo durante el crítico fin de semana?
¿Mi sueldo es mío, o es del consorcio de
barones delincuentes, conocido como “Banca”?
Me hacía esta pregunta mientras paseaba,
kafkianamente, de cajero en cajero, viernes, sábado y domingo.
Dispensadores varios me mostraban su señal
única: un cartel que decía “cajero sin dinero. Junto a mí, me fui encontrando
unos cuantos conciudadanos que pasaban por el mismo trance.
Los fondos retenidos en la puta y plástica
tarjeta, sólo podrían ser usados mediante el sistema llamado RedCompra. O sea,
de comprar en el boliche de la esquina, nada. O de tener monedas para darle al
sub-empleado que embolsa en el supermercado, nada. Nada de billetes efectivos.
Mientras perdía lastimosamente el tiempo a la
caza de mis esquivos billetes, me imaginaba el total de millones de sueldos,
dando algún tipo de fruto financiero durante este fin de semana. Intuía alguna
operación bancaria de largo aliento, sospechaba, temía.
Hacia el fin de estos días sin sencillo ni
efectivo, en algún rincón de la ciudad apareció una máquina que se dignó a
pasarme alguno de mis dineros. Poco a poco la tranquilidad volvía a mi
bolsillo. Pero la infame duda se quedó rondando.
¿De quién es mi plata?
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