jueves, 24 de julio de 2014

8.- Somos los piratas


Repaso mi vida laboral. Sostengo que de la visión de cada uno de los lindos jefes que he tenido, debe deducirse una especie de visión de lo que ha sido la democracia en Chile.



Por el diario encontré pega en una editorial donde, fundamentalmente, se hacían ediciones piratas de todo tipo de material, desde diccionarios hasta libros escolares. Además  se importaban saldos de libros españoles para vender a precio de liquidación. El dueño era un megalómano que se creía de alcurnia sin serlo. De hecho, usaba un seudónimo (algo así como Efraín Subercaseaux), cuando en realidad era Carlitos Venegas o similar. De ahí salí demente, directo al psiquiatra. Cuando me despidieron, el contador sacó mal las cuentas y me pagaron de más. Fue satisfactorio cuando, meses después, vi por la tele que allanaban su empresa y se lo llevaban preso por tener material pornográfico. Yo sé que no era pornografía lo que había, apenas unas revistas con minas piluchas, pero igual me hizo bien la noticia. Años 1995 a 1996.

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