Repaso mi vida
laboral. Sostengo que de la visión de cada uno de los lindos jefes que he
tenido, debe deducirse una especie de visión de lo que ha sido la democracia en
Chile.
Gracias a un amigo que conocí en el anterior trabajo, logré
entra a trabajar en un medio de comunicación, de un solo dueño, ultra facho,
que manejaba la empresa como un fundo donde él era “el señor de la querencia”,
papel que sigue actuando hoy. Duré tres años, aprendí mucho de lo que aún hoy
hago. Pero el ambiente era cada vez más denso. Me despidieron con escándalo
cuando saqué un diario de poesía a medias con un conocido. Me acusaron de “negociaciones
dentro del giro”. A la larga, perdieron el juicio, pero yo quedé cesante durante
6 meses con una niña recién nacida. Tuve contrato, leyes sociales, finiquito en
regla y una linda despedida. Años 1991 a 1994.
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