sábado, 20 de septiembre de 2014

Usted fuma

Usted fuma

Usted fuma en la mañana. Usted avanza por el limpio aire con su cigarro en la mano, y la humareda que deja a su paso ataca a los que caminamos más atrás.

¿Por qué fuma usted en la mañana? ¿Cree usted que la ansiedad es tanta que sólo un cilindro entre sus labios se la calmará? No lo entiendo, no lo puedo entender.

Supongo que usted no se lo cuestiona. Simplemente va y enciende su fueguito torpe y llena de hollín el principio del día. El suyo y el mío. Más el mío que el suyo, porque, según veo, es mucho más el humo que expulsa que el que traga. ¿Por qué no se traga todo el humo, si es tan rico el asunto? Sea egoísta, por favor, no le convide de su cáncer a nadie más.

Usted ensucia la brisa mañanera como si tal cosa. Usted tapa el sol con las volutas de su emanación. Usted avanza paso a paso por las aceras, pero retrocede a pasos agigantados en el reloj del tiempo por vivir. Y se sonríe. Canchero.

Usted fuma en mi mañana, arde y ensucia en la mañana de sus conciudadanos, pero eso no le interesa. No tiene por qué preocuparse. Si no le importa acongojar a sus pulmones, menos va a pensar en esa abstracción que se llama “prójimo”. Qué le van a interesar los detalles de su propia y segura enfermedad futura, los detalles del tratamiento, las caras de sus familiares cargando su cuerpo moribundo y canceroso, su cuerpo muerto, por fin sin echar humo.


Usted fuma en la mañana del último de sus días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario