miércoles, 1 de octubre de 2014

Estoy viendo la mitad de mi muerte



Estoy viendo la mitad de mi muerte
Desde las alturas de una ciudad que aún se cree lo sagrado de sí

Y en el capullo de esa flor hambreada presiento la visión y la sangrada
Yo me quedo ciego y desvelado
Respirando el aire que nos entra por los ojos

Puedo ver los ángeles desnudos saciándose en mi propia voz
El cielo llega tarde a lo que veo en ti

Lo navegable tiene ríos secos donde el futuro saca sangre para darnos sus kilómetros
Luego la luz se amarga y la sombra se rebela contra todo lo que sabe ver


Se siente el vacío entre cada palabra y su legado de gusanas





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