Estoy
viendo la mitad de mi muerte
Desde
las alturas de una ciudad que aún se cree lo sagrado de sí
Y en el
capullo de esa flor hambreada presiento la visión y la sangrada
Yo me
quedo ciego y desvelado
Respirando
el aire que nos entra por los ojos
Puedo ver
los ángeles desnudos saciándose en mi propia voz
El
cielo llega tarde a lo que veo en ti
Lo
navegable tiene ríos secos donde el futuro saca sangre para darnos sus
kilómetros
Luego
la luz se amarga y la sombra se rebela contra todo lo que sabe ver
Se
siente el vacío entre cada palabra y su legado de gusanas
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