El invierno no precisa que lo anuncien para
que nos llegue. Aun así, se las arregla para pillar desprevenidos a los
ciudadanos, inundando sus rutas, cruces y avenidas. Es la habitual sorpresa de
mitad del año. Sólo alguna estatua emprendedora ha aprendido su lección, y se
planta firme contra la tormenta. Y por supuesto, con paraguas.
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